Caminaba por la calle vestida con unos sencillos tejanos, una camisa de cuadros negros y blancos por encima de una camiseta de tirantes blancas, unas gafas de sol de montura blanca y un sombrero negro. Sus pasos la llevaban hacia una casa que conocía muy bien, de paredes blanquecinas y grandes ventanales. Iba sonriendo, consciente que hacia por lo menos cinco años que me había ido de mi tierra, de mi pueblo, lo había dejado todo atrás para recorrerse el mundo entero, y ahora volvía con la esperanza de que mi amiga no se hubiese olvidado de mí.
Llegó a la puerta de la casa y picó con decisión en el timbre. Una voz chillona le contestó
- ¿Si?
- Hola Teresa.- dije yo sonriendo al oír la voz de la madre de mi amiga.- ¿está Cristina?
- Oh, no, Cristina hace un año que se marchó de casa.- dijo ella.- ¿quien la busca?- preguntó, pero ya me había ido hacia mi coche sonriendo.
Sabía perfectamente donde se había ido, pasamos una vez por delante, era una casa a las afueras de Barcelona. La recuerdo medio en ruinas, con las malas hierbas rodeando las pocas paredes que quedaban en pie, pero ella veía más allá, se la imaginaba reconstruida, con absolutamente todos los detalles. En media hora me planté delante de la casa, pero me sorprendí al ver que aquellas ruinas que vi hace muchos años seguía igual o peor de como lo recordaba.
Volví al coche y me senté un tanto decepcionada. Cogí el móvil y llamé a mi amiga, en principio quería que mi visita fuese una sorpresa, pero las circunstancias no me dejaban otra opción.
- ¿Diga?- contestó Cristina
- Hola.- dije yo con una sonrisa en mis labios, hacia tanto tiempo que no escuchaba su voz
- ¡Laia!.- exclamó ella con sorpresa.- ¿Dónde estas? ¿Sigues recorriendo mundo?- me preguntó esta vez con escepticismo
- -no.- dije yo a mi vez, un tanto tosca.- he vuelto, pero quizás no quieras verme.- el silencio se apoderó de la conversación hasta que ella cedió y me dio su dirección.
Me dirigí hacía allí, pensando en que ella tenía toda la razón en estar resentida conmigo, es cierto que cuando acabé la carrera de Periodismo me fui sin dejar rastro, me cambié el número de móvil, incluso en cada nuevo sitio que visitaba me hacía llamar de una manera diferente. Había vuelto a casa, ¿Por nostalgia? ¿Por arrepentimiento? No lo se, pero necesitaba verla, saber que había sido de su vida y ¿Por que no? explicarle la mía.
Por fin llegué, aparqué delante de un bloque de pisos relativamente nuevo, piqué al sexto y Cristina me abrió sin ni tan solo preguntar quien era. Me monté en el ascensor, con espacio para por lo menos siete personas, llegué en menos de lo que dura un suspiro a la planta correspondiente y entré por la puerta que estaba medio abierta. En su interior me encontré un pequeño piso decorado con sencillez , en una mesa de color madera estaba Cristina sentada tomándose un café y leyendo un libro que parecía haberse usado más de una vez.
- Siéntate.- tienes muchas cosas que explicarme
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