Tormentas de recuerdos invaden mi mente marchita, olvido y sufrimiento me agarran de la amano para llevarme por la senda del dolor hasta mi altar de penas y lágrimas. No queda nada a lo que pueda aferrarme, ya no hay amor en mi corazón, porque todo el mundo se lo ha llevado, sonrisas perdidas en barriles de putrefacción, fuego ardiente que ha quemado la felicidad que pude conseguir en un instante, y tan rápido como llegó se fue dejando el rastro de la muerte en mis ojos. Cuchillas afiladas que derraman sangre por mis manos agrietadas por el esfuerzo de mantener en pie aquello que está destinado a caerse. Luces de colores sin ningún sentido que iluminan caminos donde puedo perderme sin que nadie me encuentre jamás.
Besé los labios del dolor y ahora ya no puedo escaparme de su red infinita, busqué mi salvación en sus brazos y lo único que encontré fue la condena eterna. Buscaba desesperadamente la felicidad, pero cuando la tuve delante no supe verla y ahora mi oportunidad ha pasado, no me quedan palos ardiendo a los que agarrarme para no caer otra vez en las garras de las sombras y la oscuridad.
Soy un ángel negro y nadie podrá cambiar el color de mis alas, porque tan solo refleja el color de mi corazón, vendí mi alma por unos días de calma, mi tiempo acaba aquí, debo volver a los dominios de la oscuridad, debo servir a la muerte como fiel esclava, debo olvidar y morir otra vez, así, sin más.
No llores porque se ha puesto el sol, pues las lagrimas no te dejaran ver las estrellas.
ResponderEliminarNo lamente lo perdido, cada dia sale el sol.
Por cada lagrima, una sonrisa, asi es la vida.
La vida esta llena de negrura y luminusidad
de amargo y dulce
de frio y calor
a partes iguales