Llegaba tarde, como siempre.
Bajaba la calle a toda prisa, la mochila me daba botes incontrolados en la
espalda, mis pies corrían como si no hubiera mañana, tan solo pensaba en una
cosa: coger el bus. Estaba a punto de llegar a la esquina donde estaba situada
la parada, miro mi reloj un momento para asegurarme de que he llegado con
suficiente antelación, y entonces la veo, justo a tiempo para frenar y caer al
suelo para no llevármela por delante. Una niña de dorados rizos y grandes ojos
azules me miraba agarrándose nerviosamente el pulcro vestido blanco con sus pequeños
dedos.
Veo el bus pasar a nuestro lado y
empiezo a maldecir todo lo que se me pasa por la mente. La niña me sigue
observando y yo le clavo una de mis miradas más envenenadas, por su culpa hoy
llegaría tarde a la maldita universidad, pero sus ojos de perrito abandonado me
ablandan de seguida. Me arrodillo para estar a su altura y le dedico mi mayor
sonrisa.
- Perdona.- le digo apartándole
un mechón de pelo que le molesta.- debería haberte visto.- ella me sonríe tímidamente.
Me levanto para buscar al responsable de aquella niña, pero la calle se había
quedado desierta con la partida del bus.- ¿Te has perdido? – le pregunto
amablemente, pero ella agita la cabeza negándolo. Yo la miro sarcástica, quizá
se haya escapado de algún sitio. Vuelo a buscar a alguien, pero todo sigue
estando desierto. Decido llevarla a comisaría y que ellos se encarguen de qué
hacer con ella. Le cojo la mano y empiezo a avanzar.
- ¿Cómo te llamas?- le pregunto
para entretenerla por el camino
- Luna.- me dice con voz dulce.-
¿y tú?
- Laura.- le contesto sonriendo.-
¿Dónde vives?- ella me mira, pensándolo y responde con voz queda.
- No tengo hogar.- sus ojos
azules están fijados en el suelo, supongo que debe vivir en un orfanato y que
se haya escapado.
Cuando estamos a punto de llegar
a comisaría ella se asusta, me estira la mano histérica, se pone a llorar y no
me queda más remedio que cogerla en brazos y intentar relajarla.
- No quiero ir ahí.- me dice sorbiéndose
la nariz
- Está bien.- le digo dejándola
en el suelo con restos de lágrimas en los ojos que le limpio cuidadosamente con
un pañuelo.- ¿Dónde quieres ir?
Luna sonríe y me coge la mano arrastrándome
por las calles. Al principio no entiendo a dónde me lleva, hasta que me
encuentro delante de las altas puertas de hierro del cementerio. Sorprendida,
veo como ella corre y se pierde entre las lápidas como si fuera un parque cualquiera.
Intento seguirla, pero un dolor de cabeza horrible empieza a marearme.
- ¡Luna!- grito desesperada, el
mundo me da vueltas, a mi alrededor las tumbas toman formas surrealistas, se
expanden y extienden por todos lados y yo, lo único que puedo hacer, es seguir
avanzando. Finalmente encuentro a Luna sentada delante de una lápida encastada
en el suelo. El dolor de cabeza era más intenso que nunca, pero consigo ponerme
a su lado y observar la superficie marmórea. En ella se leía claramente “Luna
Singht – 1993 – 2011 – su sonrisa siempre brillará en nuestros corazones”
La cabeza estaba a punto de
explotarme. Me giro hacía la pequeña niña que me sonríe señalando con sus
blancos dedos el nombre. Empiezo a oír voces que no llego a reconocer, gritos
que me culpan de algo.
- Soy yo.- me dice la pequeña
reclamando mi atención, mientras sigue apuntando al nombre de la blanca tumba.-
tú me mataste.
El dolor y las alucinaciones
habían llegado a tal punto que a mí alrededor veía figuras deformes, todas
acusándome y señalándome con sus dedos de colores, intento levantarme, escapar
de aquellas personas que no conocía, pero no puedo avanzar. No recuerdo en qué
momento me caí, pero cuando lo hice perdí el conocimiento totalmente. Lo último
que vi fueron los dulces ojos de Luna y su sonrisa angelical mientras me decía “fuiste
tú”.
CONTINUARA
Joder, pues si esto va a seguir, se queda intrigante O_O
ResponderEliminarSenzillament genial... Veig el que escrius, ho visualitzo, paraules en imatges... escrius superbé!
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