viernes, 20 de enero de 2012

Sueños y huidas V


- Has estado un tanto callada durante la comida.- me dijo Santi caminando unos pasos por delante.- ¿Te pasa algo?.- yo moví la cabeza negativamente, no me atrevía a mirarle a los ojos, tenía miedo de lo que pudiese haber en su mirada.- Si quieres hablar de lo que te preocupa estoy aquí ¿lo sabes verdad?
- Sí, pero es algo que debo solucionar por mi cuenta.- dije yo con la mirada fija en mis bambas
Llegamos a su piso en silencio absoluto, yo cabizbaja, él con la vista al frente con las manos en los bolsillos. Yo lo iba mirando de soslayo. Siempre me había gustado su pelo negro, lo había llevado de mil maneras, largo, corto, con una cresta, con rastas, con mechas o directamente teñido de algún color chillón. Sus ojos siempre me habían parecido preciosos, eran de un color gris muy claro, profundos y expresivos, podía saber cómo se encontraba con tan solo examinarle la mirada. Y ahora no sabía en qué demonios estaría pensando.
- Si quieres puedes ir al baño a cambiarte.- me dijo mientras cerraba la puerta del piso con llave.- yo estaré en la habitación
Cogí mi mochila y me puse el bikini negro que me había comprado el año pasado debajo de unos shorts tejanos y unos tirantes azules. Salí del baño y me encontré a Santi apoyado en la puerta con una camiseta negra y un bañador rojo. Realmente estaba muy sexy. Me quedé en la entrada del pasillo contemplando su piel morena, su cabello despeinado, sus ojos vagando en un punto incierto de la habitación, sus músculos marcándose debajo de la camiseta. Sacudí la cabeza intentando apartar de mi mente aquellos pensamientos, no debía dejarme llevar por la lujuria, debía asustar aquella vocecilla que me pedía que empotrase a mi amigo contra la pared y que me lo comiera a besos. Abrí los ojos un momento, ¿Eso lo había dicho yo? Decididamente se me iba la olla. Sí, por él.
- ¿Nos vamos?.- le dije saliendo del pasillo con la sonrisa más falsa que he hecho en mi vida. Él me barró el paso
- No, antes tendrás que decirme que demonios te pasa.- estábamos pegados el uno contra el otro, mi respiración empezó a agitarse peligrosamente, él puso su mano debajo de mi mentón y me obligó a mirarlo. En aquel momento no pude pensar en nada más que no fueran sus ojos grises que me miraban con deseo y pasión. He de reconocer que después de analizar aquella escena en la distancia de un par de días me reía de lo típico y tópicos que fuimos.- ¿Dime, que pasa por tu pequeña cabecita?
- Yo… .- empecé a decir intentando aclarar mis ideas, pero estaba en blanco y lo único que veía era su cara muy cerca de la mia.
En aquel momento me besó. Su lengua buscaba la mia casi con desesperación, yo le correspondí sintiendo el calor que emanaba de él. Su boca sabía ligeramente a menta, sus manos estaban aferradas a mi cintura, quizá por miedo a que intentara escapar, pero no, esta vez era yo misma la que quería estar junto él, sentirlo otra vez completamente mío.
Nos separamos con la mente nublada y la respiración agitada. Había sido un beso increíble, nunca nos habíamos besado de aquella manera cuando salíamos juntos, ahora era diferente, no sé si porque los dos llevábamos demasiado tiempo esperando aquel momento, o simplemente, había sido un segundo de pasión desbordado.
- Te quiero.- me dijo  rozando mis labios con los suyos. Yo lo callé con otro beso, pero él estaba empeñado en hablar.- Espera, necesito decírtelo.- Nos separamos, sentándonos en el viejo sofá.- no quiero que vuelva a pasar lo mismo que hace dos años
- Siempre me he arrepentido de aquello.- dije en un momento de alta sinceridad
- No.- dijo él moviendo la cabeza como si quisiera espantar moscas.- la culpa fue mia por no saber esperar.- el silencio nos rodeó y yo empecé a sentirme asustada por lo que acababa de pasar ¿Qué demonios había hecho?.-¿ Me quieres?.- me preguntó él de sopetón
- Yo...creo que.- empecé a decir, insegura
- ¡Crees no Laura!.- gritó enfadado sujetando mi cara entre sus manos.- ¡¿me quieres o no?!
- ¡Sí!.- grité yo a mi vez, sin pensar muy bien lo que eso implicaba, pero en mi interior una corriente de sentimientos se había desatado sin control, y ahora ya no podía pararla.- Sí Santi, te quiero, y lo más seguro es que te he estado queriendo des de siempre, pero tenía miedo de lo que podía pasar, de donde nos llevaría todo esto, por eso me fui y quizá por eso mismo he vuelto.

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