RIMA LII
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nube de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las sangrientas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!.
Llevadme, por piedad, a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!.
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nube de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las sangrientas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!.
Llevadme, por piedad, a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!.
Gustavo Adolfo Bécquer
Este poema me encanta, quizá por al fuerza de sus palabras que nos transportan hasta el gran dolor que debía sentir Bécquer cuando lo escribía. Que duro es vivir en la sombra de tu sufrimiento, cuantas veces la gente sueña con desaparecer con las olas, el viento o la lluvia. Seria tan fácil dejarnos llevar por nuestros instintos, por la oscuridad que recorre nuestras venas.
Cuando leí por primera vez este poema tenia 16 años y me sentí tan identificada que llegué a leerlo millones de veces. Eran tiempos de exilio en mi misma, tiempos de reflexión en la mas oscura de las habitaciones de mi alma, corría en mi la tristeza y la desesperanza. Con el tiempo se aprende a vivir con ellas, muchas veces he dejado que me aconsejen, son leales, pero no hagáis caso de sus consejos, os llevaran por la senda del dolor .
Mi alma ha estado perdida demasiadas veces, pero al final el camino se abre ante nosotros, y eso lo consigues a base de años bagando sin destino por la oscuridad. Yo me convertí en una sierva leal a la soledad, el sufrimiento, el dolor, la pena y la desesperanza, buscaba medidas de escape y las encontré, la verdad es que estas medidas todavía perduran en mi piel, y cuando las miro recuerdo que no debo volver a aquel horror.
Pero aunque a veces me deja llevar por mi dolor ahora he vuelto a la luz, digamos que estoy en la frontera, a veces hecho de menos a mi fiel oscuridad, siempre morará en mi alma y en mi corazón, debo cuidarme a mi misma y no recaer, por que he aprendido que la vida es demasiado corta como para desperdiciarla entre pensamientos oscuros.
Laia
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