martes, 24 de julio de 2012

In my darkest hour

La noche se presenta indecisa, llena de recuerdos, de sabores grabados en mis labios, de música en mis orejas, de cigarrillos al amanecer. Salgo de mi casa, tejanos ajustados, mi cazadora favorita, el pelo me cae en los ojos, pero la verdad, es que me da igual, a estas alturas todo lo que pasa a mi alrededor no tiene ninguna importancia. El asfalto desgastado como mis zapatos es mi único acompañante, en mis oídos resuenan guitarras celestiales, mis pasos al ritmo de los golpes del batería y mi vida entera paseándose por las voces de cantantes inolvidables. 
No sé a donde me dirijo, tan solo camino para despejar mi mente de tu recuerdo punzante como hierro ardiente en mi corazón. Sí, ahora me tiendo en pie solo, quizá porque después de tantos años arrastrándome por ti al fin he comprendido que lo mejor era olvidarte. ¿O debería decir odiarte? No, eso no puedo hacerlo, el odio no me llevará a ningún sitio, todavía me quedan muchos lugares por ver, y los quiero observar des de la atalaya de la paz mental que me aporta el olvido. 
Me siento como un alma dirigiéndose a la tierra prometida, y no espero grandes riquezas al final del camino, no espero la gloria ni la fama, no espero nada más que un bálsamo para las heridas que me dejó tu orgullo. Te recuerdo lejana e inflexible, cuando sabías que sufría tú huías y aunque hubieses sabido la manera de salvarme de mi propio ser oscuro, tú, fría como el hielo de un whisky on the rocks, nunca hubieses acercado tu mano a la mía para sacarme del infierno. 
Ahora lo pienso y en mis peores momentos nadie ha estado allí para mí, la soledad de una habitación helada era mi única compañía, y la música sonando en los altavoces mi único remedio para no volverme loco. Siempre he pensado que las cosas irían a mejor si me desvaneciese entre las notas de una canción. Me paro en medio de la carretera, un mundo nuevo me espera, una nueva vida, un nuevo destino, como el ave fénix renaciendo de sus cenizas yo me voy. 
Las luces de un camión me ciegan, no siento nada, tan solo un golpe, y finalmente esa paz que tanto he ansiado. Una muerte accidental que me lleva a otra vida. 

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