martes, 3 de julio de 2012

20 cosas que hacer antes de morir: 1. Publicar un libro


“La última palabra” pensó mientras se leía la frase que acababa de terminar. “La última palabra tiene que ser perfecta e inolvidable”. Se quedó mirando la pantalla del ordenador con la cara marcada por el cansancio en unas interminables ojeras. Siempre había creído que la última y la primera palabra de una historia debían ser lo más llamativas posibles. Quizá al empezar, podía dejar el margen de una frase, incluso un párrafo, pero si el principio de un libro no le gustaba lo dejaba de lado y empezaba otro. Basándose en eso Laura intentaba que todas sus historias tuvieran un buen comienzo. Una frase que dejara al lector con la intriga, o que simplemente, fuese tan rematadamente buena que fuera imposible no seguir leyendo.
Sin embargo ahora se encontraba atascada mirando aquella última página de su primera novela. Había tardado meses en perfeccionarla, en cubrir cada pequeño detalle, cada cuerda que debía ser ligada a otra. De buen principio pensó que sería fácil, que aquello tan solo era como escribir uno de sus relatos cortos, sin embargo, la complejidad de unir todos aquellos personajes, los acontecimientos y cada una de las palabras se le presentó como un nuevo reto. Volvió a leer las últimas palabras. Había algo que no le convencía. De repente en su cabeza apareció la respuesta, escribió la nueva frase y la leyó en voz alta con voz pausada: “Y entre el tormento de su propio pasado y el susurro de las voces del presente, cogió su inseparable pistola se apuntó a la sien y disparó”.
Sonrió para sus adentros. Matar al protagonista no entraba en sus planes, al menos al principio, sin embargo a medida que escribía se dio cuenta de que era absolutamente necesario. Oyó pasos a su espalda y se encontró con su compañera de piso. “¿La has acabado?” le preguntó impaciente. Ella asintió orgullosa y le dejó leer el final. “Eres una sádica, mira que matarlo”. Laura rió y le dijo que se veía a venir. Apagó el ordenador y se fue a dormir dispuesta a llevar el manuscrito a la editorial, confiando en que su trabajo sería gratamente recompensado.
A las 10:30 de la mañana el manuscrito corría por la editorial de mano en mano, siendo leído y revisado mil veces hasta que al fin, empezaron las copias. En pocas semanas los primeros 500 ejemplares habían sido colocados en distintas librerías. Laura paseaba por la calle y veía como en un rinconcito de algún escaparate se podía ver su libro de tapas negras y aquellas pequeñas letras en blanco. No podía hacer más que sonreír. “Este es el principio de un gran final” pensó para sus adentros mientras volvía a concentrarse en las primeras palabras de una nueva novela. 

1 comentario:

  1. Y esto refleja mucho de quien lo ha escrito, por lo que veo... es tu sueño, no podría esperar menos.

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