lunes, 5 de marzo de 2012

Nada de amor

Le apartó el lacio cabello negro que le caía en los ojos. Se quedó observando como un rayo de luna le iluminaba las facciones relajadas. Su pecho se movía lentamente al ritmo de su respiración, la boca entreabierta, los parpados cerrados, pero a la vez en movimiento a causa de algún sueño. Ella le acaricia cuidadosamente la barbilla, sube hasta los pómulos rozándole con la yema de los dedos hasta llegar a sus finas cejas y acaba perdiendo su mano entre su pelo.
De repente él se despierta y abre los ojos poco a poco. Sonríe al verla y le da un ligero beso en los labios. Se acomoda en la cama y se la queda mirando unos instantes, memorizando cada milímetro de su piel pálida. Llega un momento en que no puede apartar la vista de sus ojos azules tan perfectos y que tantas emociones son capaces de expresar. Ella le vuelve a besar cuidadosamente y él la acerca a su lado. Los dos sienten el calor que desprende el otro y se dejan llevar por sus instintos más primarios. Se quitan la poca ropa que llevaban puesta, y se observan mutuamente, con la respiración acelerada y los corazones latiendo al unísono.
Él le besa el hombro y acaricia su espalda con cuidado, ella no puede hacer más que suspirar de placer. Sus labios se vuelven a encontrar sedientos del sabor del otro. Ella baja poco a poco por su pecho y sonríe pícara. Él desliza las manos por sus muslos mientras ella le muerde con suavidad el lóbulo de la oreja.
Él se para un momento para observarla y sin pensarlo le susurra un "te quiero" tan sincero que la pilla por sorpresa. Ella se aleja incómoda y él intenta arreglarlo acariciándole la mejilla, pero ella le aparta la mano, no era eso en lo que habían quedado.
- Sabes que no quiero nada serio.- le dice levantándose de la cama y empezando a vestirse.- nada de amor, solo sexo.
- Lo se.- dice él un tanto cohibido.- pero no puedo evitar sentir algo por ti
- Entonces.- comenta ella mirándolo a los ojos des de la puerta de la habitación.- no volverás a verme nunca.
Ella se va dejándolo a él atónito cogiendo las sábanas con rabia, se levanta e intenta seguirla, pero ella ya no está, tan solo le queda el dulce aroma de su perfume impregnando la habitación.

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