domingo, 6 de mayo de 2012

Reflexiones bajo la lluvia

A veces me pregunto porque sigo viva. Me pregunto porque sigo caminando cuando lo que de verdad quiero hacer es acabar el camino de una vez por todas. Hace años que no me siento viva y que simplemente sigo respirando por los demás. No puedo dejar de pensar que si algún día me voy decepcionaré a demasiada gente. Además, me gusta pensar que soy importante para alguien, aunque sea mentira. 
Lo peor de todo esto es que yo sola he caído, pero no puedo levantarme. Quizá mi destino sea no ser feliz nunca, quizá solo estoy aquí para intentar hacer felices a los demás mientras yo muero por dentro poco a poco. Me gustaría saber que espera de mi el mundo, cual es mi misión al fin y al cabo, si es que tengo alguna claro. No es fácil vivir con el alma hecha pedazos, al fin y al cabo, es como si viviera a medias.
Ninguno de mis deseos se ha cumplido nunca, yo misma me he impuesto metas que en verdad nunca he querido, y lo mismo he hecho con los sueños. Porque siempre he pensado que maté a mi verdadero yo para crear esta máscara de timidez y amabilidad. No soy adorable y mi corazón no es de luz.
El mundo estaría mejor sin mi, esto es un hecho. No aporto nada a esta sociedad, tampoco aporto nada que no sea dolor o preocupación a las personas que quiero, y eso quizá es lo que más me martiriza. La gente no sabe donde se está metiendo cuando empiezan a entrar en mi corazón y yo misma me siento culpable por dejar que entren. En él solo queda oscuridad, remordimiento, dudas y sufrimiento. Soy capaz de amar, eso, nunca lo he perdido, quizá porque es lo único que me reconforta, pero en el fondo sé que al hacerlo lo único que consigo es hacer más daño. Debería estar sola, así, todo sería más fácil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario