Me gustaría tener un superpoder. No quiero ser fuerte, tampoco invisible, no me apetece controlar los mares, el fuego, el viento o la tierra, no necesito ni volar, ni controlar el rayo ni saber pelear. El superpoder que deseo es simple: Quiero poder hacer feliz a la gente que quiero.
Es fácil, tan solo pásame tus miedos, tu dolor y sufrimiento, yo lo llevaré, pero tú, tú debes prometerme que serás feliz por mi. A mi no me importa vivir eternamente en la oscuridad mientras tú vuelves a la luz. Quiero verte brillar, quiero ver tu sonrisa de oreja, no lo que intentas fingir. Me quedaré tus lágrimas, no me importa, ya estoy acostumbrada a ellas.
Quiero poder arrancar la pena de tu corazón, ese dolor que te carcome por dentro, ese sufrimiento que te mata lentamente. Todo eso, me lo quedaré yo, y tú ya no volverás a sentirte mal por nada ni por nadie, porque serás pura luz. La oscuridad déjasela a un pequeño monstruo como yo, tú no te la mereces.
Ese sería mi superpoder ideal, porque no puedo verte así y tener la sensación de que no puedo hacer nada, porque te quiero demasiado como para dejarte caer, no lo permitiré, me niego a dejarte hacerlo.
Tanto tu como yo tenemos ese superpoder, y hay veces, en las que nos hace daño.
ResponderEliminarMe atrevería a decir que siempre nos acaba haciendo daño, pero no nos importa, porque amamos más que odiamos.
ResponderEliminar