lunes, 28 de octubre de 2013

It's All Your Fault

Pasaba mi mano por tu espalda desnuda, dibujando con la yema de mis dedos figuras incoherentes. Dormías, o al menos, eso creía yo. Hacía varias horas que el sol se había asomado por las persianas entreabiertas de mi ventana y la luz, plácida y cálida, se paseaba por tu piel con la misma delicadeza que mi mano. Tu cabello rojo caía en cascada por la almohada con fundas negras. Enredé mi meñique en uno de tus mechones rizados y sonreí. Tu rostro parecía en paz, sereno a la vez que feliz.
Empecé a besarte el hombro, como una pequeña tentativa para sacarte de tu sueño. Por una vez, la realidad era mejor que el mundo onírico donde solía perderme para buscarte. Pero aquella mañana no lo necesitaba. Te tenía entera para mí, sin restricciones, sin reglas, sin compromisos, sin ataduras, solas tú y yo, en mi cama deshecha por la pasión de una noche en vela. Éramos poesía, incluso cuando tú estabas durmiendo y yo envenenando tu cuerpo con mis besos. 
Abres los ojos justo cuando decido morder ligeramente el lóbulo de tu oreja y la sorpresa hace que de tu boca se escape un suspiro, suspiro que rescato con mis labios. 
- Buenos días. - Te digo con una media sonrisa. Parpadeas un par de veces, me abrazas y bostezas. Te escondes y de repente, dejas de ser la chica segura que todos creen conocer y te conviertes en mi niña, mi pequeña chica asustada de un mundo hostil y cruel. - Duerme. - Te susurro al oído, pero te revuelves y me miras con tus grandes ojos castaños brillando tan intensamente, que soy incapaz de mantener la vista fija en ellos. Me muerdo el labio nerviosa. 
- ¿Qué pasa? - Preguntas inquieta. Se me escapa la risa y te molesta. Crees que me río de ti, pero nada más alejado de la verdad.
- Nada.- Te miro, y esta vez, mantengo mis ojos clavados en los tuyos.- Simplemente, soy feliz. 
Ríes y me abrazas con fuerza, intentando que entre nosotras no quede ni un solo centímetro. 


Y créeme cuando te digo que daría mi alma maldita por poder despertar cada mañana a tu lado. Porque es imposible resistirse a ser feliz cuando, estando contigo, me resulta tan fácil serlo. 


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